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Prolapso de glándula lagrimal en perros

La glándula lagrimal (o lacrimal) accesoria de los perros se encuentra alojada en la membrana nictitante (mal denominada en perros tercer párpado), y en condiciones normales no la vemos. Esta glándula produce hasta el 50% de la cantidad de lágrima del ojo.

Anatomía del sistema lagrimal del perro.

La lágrima es fundamental para mantener los ojos sanos. Protege los ojos de nuestras mascotas manteniendo la córnea sana y lubricada, y eliminando las partículas que entran en los ojos.

En ocasiones, esta glándula lagrimal se inflama, o bien los tejidos que la mantienen anclada en su sitio se alteran. En estas situaciones la glándula se sale de su sitio y la vemos como una masa rojiza que protruye por el margen de la membrana nictitante (en la parte del ojo más cerca de la nariz).  Por eso al prolapso de la glándula lagrimal se le conoce como “cherry eye” (ojo de cereza). Puede pasarle a cualquier animal, pero existen ciertas razas predispuestas como Beagle, Bulldog inglés y francés, Bullterrier, Boston terrier, Lhasa Apso, Cocker americano y Sharpei. En general ocurre en perros menores de 2 años.

Prolapso de la glándula lagrimal accesoria en un beagle.

El tratamiento consiste en la recolocación de la glándula en su sitio original. En algunos casos donde el prolapso es reciente, se puede intentar reintroducir de forma manual (siempre por un veterinario), pero es frecuente que se vuelva a luxar. Por esta razón el tratamiento definitivo suele consistir en la recolocación quirúrgica de la glándula. No operar y dejar la glándula fuera de su sitio puede provocar que la glándula se inflame y ulcere, y que deje de hacer su función de forma correcta.

Existen diferentes técnicas quirúrgicas para la recolocación de la glándula lacrimal. Siempre debe recolocarse y nunca debe cortarse. Cortar la glándula está totalmente contraindicado, ya que produce una disminución muy importante en la producción de lágrima, que predispone a la aparición de sequedad en ojo (“ojo seco”). En estos casos aparece conjuntivitis, córnea seca e irritada, úlceras corneales y manchas oscuras en la córnea, que pueden desembocar en la pérdida de visión del paciente.

Aspecto del ojo tras la recolocación quirúrgica de la glándula.

En Hispalvet Veterinarios contamos con un servicio especializado de Oftalmología veterinaria. No dude en contactar con nosotros si tiene cualquier cuestión.

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